Aunque la importancia de tener pantallas en casa ha aumentado mucho, cada vez somos más reacios a compartir pantallas en espacios públicos. Mientras no exista una vacuna segura, el contacto como forma de interacción seguirá estando en cuarentena. Diversas empresas están trabajando contra el reloj en busca de alternativas. Antes incluso de la pandemia, las interacciones de proximidad ya estaban eliminando el contacto y las cajas de autoservicio podían detectar automáticamente artículos colocados a poca distancia.
Gracias a la reducción de costes y a la mayor calidad de cámaras y herramientas de edición, aficionados y profesionales de la producción de contenidos empezaron a colaborar para crear nuevas normas estéticas. Pero incluso el diseño de interfaces se está convirtiendo en algo monótono debido a los kits de interfaces de usuario, a la normalización de lenguajes de diseño y a los sistemas de diseño robóticos.
Ante esta ausencia de innovación, pasar cada vez más tiempo delante de una pantalla puede llegar a ser una tortura. La fatiga de pantalla es resultado de una falta de señales no verbales y de un uso excesivo de información verbal, lo que aumenta nuestra carga cognitiva y hace que las reuniones online nos fatiguen más que cualquier encuentro cara a cara. En respuesta a esta situación, algunas empresas de diseño han transformado las interacciones en Zoom para encontrar la forma de mejorarlas. A la gente le gusta encontrar retos e inspiración en lo que ven en la pantalla, y las marcas pueden satisfacer esa demanda.