En la inestable situación económica actual, cada vez son más las familias que dependen de los programas sociales, desde programas de alimentos y vivienda hasta ayudas para el empleo. Todavía en muchas comunidades, estos programas sociales se encuentran aislados debido a la existencia de unos sistemas independientes y desconectados entre sí, y a los arraigados procesos y costumbres de las organizaciones.
La falta de integración y colaboración de hoy en día supone un obstáculo para los individuos y las familias que buscan asistencia. Las personas no siempre conocen los programas a los que pueden optar o cómo y dónde acceder a ellos. En muchos casos, esto retrasa el camino hacia la autosuficiencia y provoca una presión económica innecesaria en programas que ya tienen un presupuesto muy ajustado. Es más, los asistentes sociales no pueden asegurarse de que conocen todas las necesidades de los beneficiarios y no pueden trabajar tan eficazmente como les gustaría.
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