Reforzando la distribución para la transición energética
Junio 2021
Junio 2021
La transición energética se está acelerando y esto se va a traducir en un impacto relevante para el negocio y las operaciones de las Utilities. En el caso del negocio de distribución, el futuro vendrá marcado por factores externos, como una generación distribuida y mucho más descentralizada, una demanda creciente, la electrificación del transporte y la calefacción, y unos clientes mucho más activos y concienciados con el medioambiente.
Este cambio regulatorio tan drástico redefinirá las operaciones de distribución y el marco regulatorio sobre el que se desarrollará el negocio. Todo esto, unido a la amenaza creciente de ciberataques, constituyen los principales retos del negocio de distribución.
La transición energética brinda oportunidades fantásticas para la distribución, no solo para reconfigurar sus actividades y proporcionar las bases para un crecimiento sostenible, sino también para asumir nuevas funciones que ayuden a liderar el camino hacia un futuro climáticamente neutro para todos.
La transición energética ya está aquí y se irá activando durante la próxima década. De hecho, todos nuestros encuestados han confirmado que ya están experimentando cierto nivel de disrupción y tres cuartos han señalado que esta disrupción es significante. Entre los factores más comunes se encuentran el porcentaje de suministro mediante generación distribuida conectada a la red y la densidad geográfica de prosumidores de generación fotovoltaica.
78%
de los directivos de distribución prevé que la transición energética marcará un punto de inflexión que alterará el modelo operativo y requerirá inversión de capital.
86%
de los directivos de distribución piensa que sus empresas alcanzarán el punto de inflexión de la disrupción en la próxima década.
100%
de los directivos de distribución comunica haber experimentado ya en sus operaciones alguna forma de disrupción relacionada con la transición energética.
68%
de los directivos de distribución cree que el punto de inflexión vendrá dado por el crecimiento del suministro total proporcionado por la generación distribuida conectada a la red.
La preparación para la llegada inminente de estos hitos es fundamental. Las muchas y especificas características de implementación de las tecnologías de baja emisión de carbono implican que, incluso en un periodo tan breve como un año, la implementación de generación distribuida localizada puede suponer un punto de inflexión en diferentes puntos de una red de distribución. Otros hitos pueden tardar de tres a cinco años o hasta diez años.
Se producirá una agrupación significativa de tecnologías de baja emisión de carbono, especialmente prosumidores fotovoltaicos y de vehículos eléctricos, debido a la concurrencia geográfica de específicas tipologías de edificios y grupos demográficos. En consecuencia, las distribuidoras deben prepararse para dar respuesta al impacto que estas situaciones pueden llegar a tener o se arriesgan a enfrentarse a faltas de suministro debido al estrés imprevisto en determinados puntos de la red. Esto requerirá proporcionar mayores servicios de flexibilidad al sistema, y en nuestra encuesta ha quedado patente que tres de las cuatro áreas con mayor prioridad para los directivos de distribución guardan relación con la visibilidad: del estado de la red eléctrica, de la demanda del consumidor y de las inyecciones de prosumidores, y de los equipos conectados a la red.
Casi tres cuartos de los encuestados creen que el crecimiento de la adopción de vehículos eléctricos será más rápido que la construcción de la capacidad de red necesaria para abastecerlos.
Los riesgos de no hacer nada son significativos, y ponen en peligro las operaciones, la reputación y la capacidad de cumplir con la regulación. Lo más crítico es que las distribuidoras consideran que no están preparadas para ello.
Parte de esta incertidumbre podría atenuarse mediante marcos regulatorios que puedan apoyar la resiliencia de la red durante la transición energética y haciendo frente a otros riesgos como la ciberseguridad y el clima extremo. No obstante, este tipo de respuesta normativa a menudo es lenta. Además, en nuestro estudio se ha demostrado que la mayoría de los encuestados cree que las autoridades reguladoras esperan que sean las distribuidoras quienes propongan modelos innovadores que incentiven la flexibilidad.
El reto consiste en desarrollar propuestas para promover el uso de soluciones flexibles, entre otras, la participación de posibles proveedores y la incorporación del uso flexible en sus operaciones diarias. Aunque es difícil, podría ser una oportunidad significativa para autodefinir la forma en que funcionarán las redes el próximo siglo. Sin embargo, muchas utilities todavía no están listas para asumir este liderazgo en la definición del futuro modelo regulatorio.
El 78 % de los directivos de distribuidoras encuestados están de acuerdo en que los modelos regulatorios son inadecuados para llevar a cabo la transición energética.
Lo que se necesita es una nueva infraestructura digital que apoye una gestión activa de la red conforme la transición energética va avanzando. Esto implica básicamente un aumento de la visibilidad y el control de la red eléctrica, recursos energéticos de distribución conectados a red y la participación del consumidor.
Observamos cuatro áreas claras que respaldan la transformación digital de una distribuidora. La primera sienta las bases, haciendo el mejor uso de los datos existentes y creando una arquitectura de datos que apoye las necesidades cambiantes de la transición energética. La segunda se centra en ampliar la visibilidad y el control operativo, especialmente al abordar la generación distribuida conectada a la red red y las soluciones necesarias para integrarla con efectividad. La tercera amplía enormemente el alcance de los datos mediante el despliegue de dispositivos de IoT. La cuarta, mejora la inteligencia y el control distribuidos, que se hacen posibles gracias a la implementación de la nube, la computación perimetral, el 5G, los gemelos digitales y las plataformas.
Estas áreas no son ni excluyentes ni lineales, sino que dependen de muchos factores como la ubicación, el modelo regulatorio y la estructura del sector. Cada utility comenzará en una fase diferente de estas áreas y pondrá el foco en diferentes elementos de ellas según evolucionen. Algunas optarán por avanzar más rápido en áreas determinadas para abordar los retos a los que se enfrentan.
Fijar los datos como base
La base la forman el aprovechamiento de los datos existentes y la creación de una arquitectura de datos que apoye las necesidades cambiantes de la transición energética.
Una de estas necesidades es la mejora del intercambio de datos en un ecosistema amplio en el que la distribución desempeña una función primordial. Para crear esta base correctamente, las empresas de distribución deben integrar múltiples tipos de datos, así como garantizar que la plataforma se amplía para incorporar el crecimiento exponencial de los datos de IoT, es lo suficientemente flexible como para adaptarse a requisitos que cambian con rapidez, aceptar los requisitos tanto por parte de los procesos de operaciones fundamentales como los múltiples requisitos de terceros, y contar con comunicaciones de red robustas.
Ampliación de los sistemas principales
La segunda área amplía la visibilidad y el control operacional, buscando la generación distribuida conectada a la red y las soluciones necesarias para integrarla de manera efectiva. Muchas distribuidoras tienen visibilidad y control limitados en voltajes más bajos. Sin embargo, la transición energética requiere una visibilidad mucho mayor y una gestión más cercana en los voltajes más bajos. Los sistemas de gestión avanzada de distribución (ADMS) deben extenderse a las redes de baja tensión para gestionar activamente el crecimiento de la generación distribuida, dar soporte a nuevos servicios de flexibilidad e integrar los sistemas de gestión de recursos energéticos distribuidos (DERMS) con las soluciones de gestión de redes existentes.
Desarrollar una visión 360°
La tercera área consiste en ampliar el alcance de los datos mediante el despliegue de dispositivos de IoT. Mientras las distribuidoras extenderán los sistemas de control principales al bajo voltaje, también mejorarán la visibilidad del sistema en su conjunto, sin limitarse a los activos de distribución, utilizando redes de IoT adicionales. Los dispositivos IoT y gateways vinculados directamente a la nube mejorarán la optimización de la red, especialmente a través de servicios de flexibilidad, previsiones de demanda y generación de prosumidores, y facilitarán una mejor visibilidad de los activos.
Avance hacia una red totalmente inteligente
La cuarta área mejora la inteligencia y el control distribuidos, facilitados por la nube, la computación perimetral, el 5G, los gemelos digitales y las plataformas. Esto permite una optimización casi a tiempo real de los recursos locales al organizar la generación distribuida y la respuesta a la demanda de carga. Es probable que estas capacidades se implementen según vayan siendo necesarias y no de manera generalizada en toda la red, por ejemplo, en centrales eléctricas virtuales, microrredes y operación autónoma.
Para que las distribuidoras prosperen en la transición energética, es imprescindible la acción. Esto implica adoptar nuevas capacidades y tecnologías digitales basadas en una visibilidad y un control de la red mejorados de manera radical, en recursos energéticos distribuidos y en los consumidores. Debe integrarse en cada iniciativa una mentalidad innovadora y agilidad en la ejecución, para que las empresas de distribución puedan afrontar los retos de un futuro climáticamente neutro.
Esperamos ver enfoques muy diferentes en todo el mundo, dependiendo de muchos factores, incluida la región, la estructura de la industria, la regulación y su punto de partida en el camino de la transición energética. Y habrá muchas lecciones que aprender entre distintos negocios que ayudarán a acelerar la transformación para todos.
En el estudio Digitally Enabled Grid de Accenture se identifican acciones que las utilities de distribución pueden llevar a cabo para gestionar la transición energética y adoptar un sistema energético inteligente.
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